Espejo Negro
"La muerte de la que no florece una vida nueva: de esa huye mi alma de entre todas las muertes"
Angelus Silesius.
En japonés la palabra wabi sabi designa aquello donde el tiempo ha dejado su huella: la pátina, la ruina, la fisura. Wabi sabi es un elemento común entre México y Japón, y es desde esa coincidencia que el maestro Endo propone iniciar la exploración hacia el Mictlán, viaje interior para encontrarnos con el espejo de obsidiana, con el espejo que mira e interroga, con la muerte negra: ¿Qué pasa cuándo morimos y nos convertimos en un cuerpo muerto?, ¿qué sueña este cadáver?
En el espejo de obsidiana, está el cuerpo débil, el cuerpo enfermo, el cuerpo roto, no el cuerpo vital, sano y bello, sino el cuerpo decadente, territorio desde donde inicia la metamorfosis de la muerte negra a la muerte blanca.
Espejo Negro surge de la pregunta que lanza Tadashi Endo a los integrantes de la Compañía: ¿qué es México? Después de una calurosa reflexión, Tadashi nos pidió sintetizar en una palabra la avalancha de sensaciones. Las palabras fueron cayendo poco a poco: fisura, muerte, sangre, flor, piedra, sueño. Cada uno compuso un pequeño verso para cerrar el primer encuentro que serviría de impulso para el proceso creativo. El verso del maestro Endo fue: "la flor de la muerte nace en la calidez de la fisura".
Es desde la semilla simbólica de la palabra encarnada que inicia el viaje hacia el espejo negro, el espejo de obsidiana, travesía que apenas comienza, donde vamos acompañados por caligrafías japonesas que, misteriosas, nos guían en medio del sueño.
El concepto de la puesta en escena responde a la intención de crear una atmósfera onírica donde prevalece la densidad de la tiniebla como espacio íntimo y propicio para la encarnación de cuatro personajes femeninos que transitan en la profundidad de un sueño compartido hacia el corazón de la noche. Espejo Negro es un viaje laberíntico hacia el inconsciente para mirarse en la oscuridad y reinventarse luminoso desde la raíz de la sombra.